Angelina Jolie recorre los últimos días de la corta vida de María Callas en “María” de Pablo Larraín, una elegía dramática y evocadora a la famosa soprano. Es un asunto que a veces es melancólico, mordaz y grandiosamente teatral, un aria para una estrella única en una generación.
La realidad tiene poca importancia en el escenario y en “María”. Se trata del sentimiento crudo, que le sirve bien a la película, más un sueño que una lección de historia sobre La Callas. Al principio, toma un poco de Mandrax y le dice a su devoto mayordomo Ferruccio que un equipo de televisión está en camino. ¿Son reales?, se pregunta.
“A partir de esta mañana, lo que es real y lo que no es asunto mío es asunto mío”, dice tranquila y definitivamente, haciendo un festín con el agudo guión de Steven Knight. Es una de las muchas grandes líneas y momentos de Jolie, cuya intensidad y resolución contradicen su frágil apariencia. Y también es una señal para la audiencia: no se preocupen por hechos aburridos o porque Jolie no se parece mucho a Callas. Esta es una película biográfica a modo de ópera: un viaje emocional digno de la gran diva, lleno de estilo, belleza, traición, revelaciones y tristeza.
En “María”, acompañamos a una protagonista con un control cada vez menor de la realidad, caminando con ella por París y su vida durante una semana en septiembre de 1977.
Las imágenes del director de fotografía Ed Lachman, que cambian juguetonamente de forma y estilo, nos llevan en un viaje disperso a través de sus triunfos en el escenario, su escandaloso romance con Aristóteles Onassis y su traumática juventud. En la actualidad, a sus 53 años, duerme hasta el mediodía, bebe las mínimas calorías que ingiere, va a restaurantes donde los camareros conocen su nombre en busca de adulación y tiene visiones de actuaciones realizadas exclusivamente para ella por toda la ciudad.
Callas siempre está impecablemente vestida y segura, ya sea reflexionando ante el equipo de noticias imaginado o intentando encontrar su voz nuevamente. Su instrumento había disminuido, dejándola preguntándose qué le queda por vivir. Los únicos elogios constantes que recibe provienen de su obediente criada Bruna. No es ningún secreto que el destino es la muerte. Y sospechas que ella sabe muy bien que todo se oscurecerá mucho cuando se apague su foco.
Larraín ha dejado una huella duradera en el cine con su trilogía no oficial sobre estas mujeres famosas con narrativas trágicas. Con “Jackie”, “Spencer” y ahora “Maria”, sus películas también son un antídoto involuntario al dominio de Ryan Murphy sobre las grandes damas de la historia reciente, que son todo estilo, escándalo y poca sustancia. Y, sin embargo, las películas de Larraín no son para todos. Si “Jackie” y “Spencer” no te hablaron, no te mostraron a esas mujeres como esperabas que lo hicieran, “María” no te convertirá en un creyente. Después de tres películas, parece que el público está muy de acuerdo con su visión o no. Hay poco espacio para un punto intermedio.
Y, sin embargo, es difícil negar que sus películas son increíbles escaparates para los actores. Jolie, como estrella de cine, es de alguna manera omnipresente y esquiva, y últimamente elige ponerse frente a la cámara con muy poca frecuencia. A veces uno desearía que pudiera seguir los pasos de Nicole Kidman, para quien la cantidad nunca parece poner en peligro la calidad y parece divertirse haciéndolo todo, todo el tiempo. Quizás sea porque actuaciones como la de Jolie en “Maria” parecen tan absorbentes.
En la película, María regaña a una fan por atreverse a cuestionar que fingió estar enferma para perderse una actuación. No comprende el compromiso total de cuerpo y alma que se requiere para que parezca sin esfuerzo, lo cual probablemente sea cierto. Jolie no es tan dramática, al menos públicamente, acerca de lo que se necesita para crear arte. Pero aquí las líneas se desdibujan: personaje y actor se mezclan de manera tan fluida, tan feroz, que uno sale no sólo con una mayor empatía por La Callas sino también por Jolie.
En una de las pocas escenas lamentables de la película, se encuentra cara a cara con John F. Kennedy, cuya esposa ha llamado la atención de Onassis. Como testimonio del poder de Jolie y el guión, casi se perdona a otra personificación de JFK por darle uno de los grandes rechazos, romántico y fulminante a la vez. ¿Es todo un poco excesivo? Por supuesto, pero ese es el punto de María.
“María”, un estreno de Netflix en cines selectos ahora y que se transmitirá el 11 de diciembre, tiene calificación R por parte de la Motion Picture Association por “una referencia sexual, algún lenguaje”. Duración: 122 minutos. Tres estrellas sobre cuatro.
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