Durante más de una década, las agencias de inmigración estadounidenses como ICE y CBP han evitado redadas en lugares que brindan servicios vitales, como hospitales.
La administración del recién inaugurado presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha revocado protecciones de larga data que prohibían redadas de inmigración en escuelas, hospitales, iglesias y otras “áreas sensibles”.
El anuncio El martes llega como parte de los intentos de Trump de cumplir una promesa de campaña de lanzar una campaña de “deportación masiva”.
Según estimaciones del gobierno, en Estados Unidos viven hasta 11 millones de personas indocumentadas, muchas de ellas pilares de sus familias y comunidades.
Durante más de una década, las agencias federales han emitido directrices contra la realización de esfuerzos para controlar la inmigración en lugares como escuelas y centros médicos, basándose en que tales redadas podrían disuadir a las personas de buscar los servicios necesarios.
El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) implementó su política en 2011. La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) hizo lo mismo en 2013.
Pero en la declaración del martes, la administración Trump acusó esa orientación de servir para “frustrar los esfuerzos de aplicación de la ley”.
Enmarcó la nueva directiva, derogando las protecciones, como una forma de empoderamiento de las agencias de inmigración.
«Los delincuentes ya no podrán esconderse en las escuelas e iglesias de Estados Unidos para evitar el arresto», decía el comunicado. “La Administración Trump no atará las manos de nuestras valientes fuerzas del orden y, en cambio, confía en que utilizarán el sentido común”.
Trump ha confundido durante mucho tiempo la migración irregular con la criminalidad. Durante la campaña electoral del año pasado, planteó repetidamente ejemplos como el de Laken Riley, un estudiante de 22 años que supuestamente fue asesinado por una persona indocumentada.
También ha utilizado un lenguaje deshumanizante para referirse a los migrantes y solicitantes de asilo.
“Los demócratas dicen: ‘Por favor, no los llamen animales. Son humanos.’ Le dije: ‘No, no son humanos’. No son humanos. Son animales’”, dijo en abril, al referirse al caso Riley.
Sin embargo, los estudios han demostrado repetidamente que los inmigrantes indocumentados cometen muchos menos delitos que los ciudadanos estadounidenses nativos.
Grupos de derechos humanos han advertido que la decisión del martes podría llevar a las personas indocumentadas, incluidos niños, a situaciones precarias, sin acceso a servicios vitales.
«Esta acción podría tener consecuencias devastadoras para las familias inmigrantes y sus hijos, incluidos los niños ciudadanos estadounidenses, disuadiéndolos de recibir atención médica, buscar ayuda en casos de desastre, asistir a la escuela y realizar actividades cotidianas», dijo el Centro de Derecho y Política Social en una declaración.