Desde la década de 1950, el Partido Comunista gobernante de China pasó de no ser reconocido por las Naciones Unidas a ostentar la mayor presencia diplomática del mundo y presidir la segunda economía más grande.
Pekín ahora muestra su deseo de que otros países lo vean como un peso pesado diplomático, aun cuando otros países lo acusan de coerción económica y competencia desleal.
Después de que China negoció una distensión inesperada entre Irán y Arabia Saudita el año pasado, Wang Yi, el máximo diplomático de China, dijo que el país continuaría desempeñando un papel constructivo en el manejo de los temas candentes globales.
Pero la falta de voluntad de Beijing para condenar la invasión rusa de Ucrania y la búsqueda de una «asociación sin límites» con Moscú presentan obstáculos a esa ambición e hicieron que China se saltara una cumbre sobre una conferencia de paz en Suiza a principios de este mes.
Las crecientes tensiones entre China y Filipinas en el Mar de China Meridional, donde Vietnam también tiene reclamaciones, también han llevado a funcionarios estadounidenses a recordar a Beijing que las obligaciones del tratado de defensa mutua que tiene con Filipinas son férreas.
Los lazos comerciales de China con la Unión Europea también se han visto sometidos a tensión debido a que el bloque de 27 estados planea imponer aranceles adicionales a los vehículos eléctricos fabricados en China, lo que podría abrir un nuevo frente en la guerra arancelaria de Occidente con Beijing que comenzó con los aranceles de importación iniciales de Washington en 2018.
La UE acusa a China de inundar su mercado con vehículos eléctricos baratos producidos por fabricantes de automóviles chinos que se han beneficiado de fuertes subsidios estatales.
«En la era de la globalización económica, lo que necesitamos no es crear abismos de división, sino construir puentes de comunicación, y no levantar el telón de acero de la confrontación, sino allanar el camino de la cooperación», dijo Xi.