El lunes, Orban estuvo en Mar-a-Lago, la residencia de Florida del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, para reunirse con Trump, el magnate de los negocios Elon Musk y otras figuras políticas. El miércoles tuvo una llamada telefónica de una hora con el presidente ruso Vladimir Putin, por lo que fue regañado por el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky.
“Nadie debería mejorar la imagen personal a costa de la unidad; todos deberían centrarse en el éxito compartido”, escribió Zelensky en las redes sociales.
La agitada semana capturó la supuesta política de “neutralidad económica” de Orban: quiere seguir gozando del favor de las superpotencias del este y el oeste de Hungría, continuando con un acto de tensión que ha realizado durante años.