Con la 29ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (policía29) que se lleva a cabo en Bakú, Azerbaiyán, la comunidad mundial se encuentra en un momento crucial en su lucha contra cambio climático. Durante años, las negociaciones internacionales sobre el clima han dependido de la cooperación entre dos de los mayores emisores: Estados Unidos y China.
El espectro de una posible retirada de Estados Unidos del Acuerdo de París bajo una segunda administración Trump arroja una sombra sobre la conferencia. Esta incertidumbre corre el riesgo de descarrilar el progreso climático global y deja a muchos cuestionando el papel de Estados Unidos en el esfuerzo colectivo para abordar la crisis más urgente de nuestro tiempo.
El compromiso de Estados Unidos con los esfuerzos climáticos internacionales ha estado marcado por una serie de reveses dramáticos. En 2015, bajo la presidencia barack obamaEstados Unidos desempeñó un papel fundamental a la hora de asegurar el Acuerdo de París, un acuerdo histórico en el que casi 200 países se comprometieron a limitar el calentamiento global a menos de 2 grados Celsius. Esto fue aclamado como un triunfo de la diplomacia, que simboliza la unidad contra una amenaza común.
Sin embargo, dos años después, el Donald Trump La administración anunció la retirada de Estados Unidos del acuerdo, citando preocupaciones sobre la soberanía económica. La decisión provocó conmociones en la comunidad internacional, señalando una retirada de Estados Unidos de la diplomacia climática global. La esperanza se reavivó cuando el presidente de los EE.UU. joe biden volvió a firmar el acuerdo en 2021, pero el daño a la credibilidad de Estados Unidos persistió.
Ante la amenaza inminente de otra retirada estadounidense, la comunidad internacional enfrenta la perspectiva de una mayor inestabilidad. Una segunda salida del Acuerdo de París no sólo erosionaría la confianza sino que también debilitaría el marco de colaboración necesario para alcanzar los objetivos climáticos globales. Una medida así socavaría la capacidad de Estados Unidos de predicar con el ejemplo, un papel que alguna vez adoptó con vigor.