El Papa Francisco ha llegado a Chipre para una visita oficial de cinco días a la isla mediterránea y Grecia.
El viaje llamará la atención sobre la difícil situación de los inmigrantes en las fronteras de Europa y la desconexión entre los países y el Vaticano.
El Papa ha pedido a los estados miembros de la UE que acojan e integren a los migrantes, pero los gobiernos de primera línea se han mostrado cada vez más reacios.
Francisco abordó un avión en Roma después de reunirse con un grupo de solicitantes de asilo en el Vaticano y otro grupo cerca del aeropuerto internacional de Fiumicino.
La visita también lo llevará de regreso a Lesbos, donde fue noticia en 2016 cuando trajo a casa a una docena de migrantes sirios desde un campo de refugiados en la isla griega.
El Vaticano no ha descartado que más inmigrantes de Lesbos puedan ser reubicados después de la visita de Francisco esta vez.
Chipre ha experimentado un aumento en las llegadas de migrantes este año: un aumento del 38% en los primeros 10 meses en comparación con todo el año pasado.
La isla del este del Mediterráneo ha pedido formalmente a la Comisión Europea que deje de procesar las solicitudes de asilo por completo.
Se espera que el Papa Francisco permanezca en la nunciatura del Vaticano en la zona de amortiguación controlada por la ONU que divide el sur grecochipriota y el norte turcochipriota separatista.
Chipre se dividió en 1974 cuando Turquía invadió tras un golpe de Estado de los partidarios de una unión con Grecia. Solo Turquía reconoce la declaración de independencia turcochipriota.
Los esfuerzos liderados por la ONU para reanudar las conversaciones de reunificación avanzan a paso de tortuga en medio de un rechazo grecochipriota al llamado turcochipriota para un acuerdo de dos estados.
El gobierno chipriota afirma que Turquía envía sistemáticamente solicitantes de asilo al norte separatista para que luego presionen al gobierno del sur de la isla.
Francisco también se está reuniendo con los líderes ortodoxos tanto en Chipre como en Grecia, así como con las pequeñas comunidades católicas locales en cada país.
La visita se produce en medio de nuevas prohibiciones de viaje pandémicas en gran parte del mundo gracias a la variante Omicron de COVID-19 detectada por primera vez en Sudáfrica.